by Agustín García | November 26, 2025 |
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La arquitectura organizacional global está viviendo su mayor reconfiguración en décadas.
No es solo tecnología.
No es solo competencia.
Es la mezcla de velocidad, incertidumbre y disrupción la que está obligando a repensar cómo se dirigen, se estructuran y se gobiernan las empresas.
En 2025, las compañías más avanzadas no están preguntándose “cómo operamos mejor”, sino “qué clase de organización necesitamos ser para seguir operando mañana”.
Y las respuestas están generando transformaciones profundas.
En este análisis recopilamos las tendencias más relevantes observadas este mes a nivel global: nuevas estructuras, roles emergentes, fusiones internas de capacidades y modelos de liderazgo que rompen con el esquema tradicional.
El liderazgo unipersonal está perdiendo terreno en ciertos escenarios.
La creciente complejidad —mercados volátiles, ciclos tecnológicos cada vez más cortos, presión de inversionistas y disrupción constante— ha llevado a algunas firmas globales a adoptar esquemas que antes se consideraban “experimentales”.
Un caso reciente: Odigo, empresa internacional de experiencia del cliente, anunció este mes un modelo co-CEO, con dos directores ejecutivos al mando simultáneo.
¿Qué buscan?
Este modelo no está exento de riesgos. El éxito depende de:
Sin ese marco, el co-liderazgo puede generar duplicidad, conflicto o lentitud. Con él, puede convertirse en una ventaja competitiva poderosa.
Uno de los movimientos más consistentes que observamos este mes es la desaparición de barreras internas.
Empresas de múltiples industrias están integrando sus áreas de:
directamente dentro de las unidades de negocio.
El objetivo: romper silos y convertir la tecnología en una extensión natural del negocio, no en un departamento aislado.
Un ejemplo emblemático:
En noviembre, General Motors eliminó el rol independiente de Chief AI Officer para integrar las capacidades de IA directamente en ingeniería, manufactura y desarrollo de producto.
El mensaje es claro:
La inteligencia artificial ya no puede ser una “iniciativa”. Tiene que convertirse en un componente del ADN operativo, transversal y cotidiano.
Este enfoque está acelerando el time-to-market, reduciendo duplicidad de recursos y permitiendo que la innovación ocurra donde realmente se necesita: en el núcleo operativo.
Lo que nació en Silicon Valley hoy se está institucionalizando en finanzas, salud, energía, retail e incluso sector público.
Las organizaciones están creando:
Estas células combinan capacidades de negocio, tecnología, diseño, datos y ejecución… operando como mini-empresas dentro de la empresa.
Sus ventajas:
Este enfoque está convirtiéndose en una pieza clave para sobrevivir en entornos donde la velocidad es un factor estratégico, no solo operativo.
La volatilidad global no se reduce.
Las tensiones geopolíticas, la automatización, los nuevos modelos de consumo y la presión por eficiencia obligan a los líderes a desarrollar capacidades nuevas.
Por eso, muchas compañías están:
Una encuesta global reciente destacó un concepto que define bien la nueva demanda:
Es decir, líderes capaces de:
Es la combinación entre estabilidad y disrupción.
Entre consistencia y reinvención.
Y es, probablemente, el perfil más demandado para 2026.
Las empresas están reescribiendo sus organigramas con una lógica distinta:
La constante es una sola:
En un entorno donde los ciclos de cambio cada año son más cortos, las organizaciones que prosperarán son aquellas que entienden que su estructura no es un documento… es un sistema vivo.
El futuro organizacional ya no gira en torno a “eficiencia” o “control”.
Gira en torno a adaptación, velocidad, integración y ambidestreza.
Las empresas que están liderando esta transformación no son necesariamente las más grandes, sino las que han entendido que el liderazgo tradicional —vertical, centralizado, rígido— ya no es suficiente para competir en mercados que se reconfiguran cada trimestre.
2025 y 2026 marcarán el inicio de un cambio profundo en cómo se lidera y se estructura una empresa.
Y los próximos 24 meses serán decisivos para definir qué organizaciones serán más rápidas, más flexibles y, en última instancia, más relevantes.